Desde Conmebol nunca reconocieron el problema porque no hubo problema. Una información exclusiva de Globo, reveló que la final de Copa Libertadores entre Boca Juniors y Fluminense, tenía la chance cambiar de sede y dejar Río de Janeiro y no definirse en el mítico Maracaná. El motivo de este problema es el conflicto que tiene Flamengo con Conmebol.
Por reglamento, Conmebol impone el estadio de la final no tenga actividad hasta 14 días antes de la definición. Sin embargo, siete días antes del 4 de noviembre, Flamengo jugará contra Bragantino por el Brasileirao y la postura de Flamengo es no cambiar el partido ni el estadio. Además de ello, Flamengo tiene un detalle: es uno de los dueño de la licitación del Maracaná y quiere quedarse con los palcos para la final, algo que no admite Conmebol.
El motivo también que molestó a Conmebol es que Flamengo no tenga en cuenta el estado del campo de juego de Maracaná, que hoy en día no es el mejor de todos. Con ese panorama, Conmebol, con Alejandro Domínguez a la cabeza, tuvo una reunión con Ednaldo Rodrigues, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol y los más altos directivos de los dos clubes finalistas. La reunión era protocolar, es decir, estaba estipulada antes de este problema.
El desenlace fue que Conmebol jugará la final de Libertadores en el Maracaná y no hay cambio de sede. Ednaldo Rodrigues ahora tendrá que definir qué hacer con el partido de Flamengo y Bragantino, que se disputa el 28 de octubre.
La bomba informativa era tan grande que se llegó a decir que Conmebol tenía un plan secundario: Morumbi, de San Pablo. Sin embargo, nada de eso sucederá y la final entre Boca y Fluminense será en el mítico Maracaná.